Navegando en internet me topé con dos noticias que me estrujaron el corazón, no se si por mi condición de madre o por que el dolor de quienes no pueden defenderse y son ajenos a la maldad cala más.
Primero, el caso de un pequeño de un año, a quien sus padres vendieron a un hombre que conocieron en un chat, con fines de abuso sexual.
Esto en Ecuador y la madre al sentir remordimiento llamó a las autoridades, que actuaron rápidamente para detenerlos y poner a salvo al menor.
Después, la nota que continúa conmocionando desde hace unos días: el asesinato de una joven en Estados Unidos, a quien le abrieron el vientre para extraerle a su bebé.
Al igual que en los casos registrados en México, fue engañada con la promesa de regarlarle ropa para su hijo que nacería pronto, pues estaba en su noveno mes de embarazo.
El bebé que se encuentra conectado a varias máquinas que lo mantienen con vida, finalmente abrió los ojos, dándole esperanzas de vida a su padre, quien se niega a desconectarlo.
El pequeñito tiene muerte cerebral y se cree es debido a la falta de oxígeno al ser extraído del útero.
Aunque las circunstancias no fueron las mismas, pues en la primera sus mismos progenitores pusieron en peligro al menor y en la segunda, la madre fue víctima de asesinato, duele ver como la sociedad cada vez es más cruel y despiadada con los niños.
El ser humano se ha vuelto ruin y despreciable, pues ya ni quien se supone debería proteger y dar la vida por los suyos lo hace; pisotea, denigra, daña y destruye a conveniencia, sin importar si es su propia sangre.
¿Cómo dañar a ese ser que muchas veces ni siquiera puede hablar?, ¿cómo te atreves a lastimar a ese niño de mirada tierna, pureza de espíritu y nobleza de corazón?
“…Líbranos del mal…”, o mejor dicho, libra a los inocentes de la escoria humana sin corazón ni temor de Dios ni de los hombres y protege a los angelitos de la maldad que los acecha.
Tomado de la página La Vida en Bettylandia