Silencio, es lo que hay tras dos días de la aparición de Marco Antonio Sánchez, que no fue cualquiera, ya que se presume por las pruebas visuales, que fue una desaparición forzada por parte de cuatro elementos de la policía de la Ciudad de México.
No es una historia que no nos conmueva, pero sabemos de muchas de estas detenciones forzadas por parte de la policía, que ya no nos sorprenden.
Lo mejor es que regresó vivo a diferencia de otros casos más desafortunados. Lo malo de todo esto es que ya no es ni será el mismo. Su amplia sonrisa quizá ya no la volverán a ver sus padres, ni ellos la tendrán.
Esa intranquilidad con la que sobreviven a partir de su desaparición quizá los haga huir y mudarse a otra ciudad o quizá de país.
Están marcados de por vida por un acontecimiento al que nadie aspira y que cuando comenzó lo que se solicitaba fue que lo devolvieran con vida y así fue. Reapareció como se esperaba, con marcas de tortura.
A pocos meses de las elecciones no les quedó de otra que regresarlo, así como estuviera, para que el territorio y la bandera de Miguel Ángel Mancera no se enlode más, más de lo que ya ha estado siempre.
Por los abusos de poder ocurren a lo largo y ancho del territorio; lo sentimos, pero no vemos a un policía con respeto, sino con miedo y no confiamos en ellos.
Algunos pocos son los que quedan limpios, aunque después de un tiempo todo lo malo que hacen sus compañeros les parece normal: se enseñan a aullar.
El problema no es el hecho en particular, sino lo que sucede en general y queda en el olvido: muchas personas son agredidas por elementos de seguridad pública, pero guardan silencio por las represalias que puedan sufrir ellos o sus familias.
Si nos metemos en detalles, podemos ver que lo que sale a la luz podría ser una película contemporánea mexicana, de lo grotesco de la realidad que viven los habitantes en manos de policías desalmados.
Qué de malo podemos imaginar que pueda pasar si tu hijo sale a la calle a hacer una inocente tarea de preparatoria. Tal vez le puedan arrebatar la cámara de fotografías, que quizá pidió prestada para poder cumplir. Lo que menos te imaginas que lo acusen de robarla a él y menos que esa sea una excusa para desaparecerlo.
¿Qué hará la familia de Marco después que lo encontraron con vida? ¿Lo mejor será callar y abrazar a su hijo y protegerlo de los daños colaterales de su desaparición forzada?
La familia Sánchez tiene esa oportunidad, mientras que miles de personas que aún no encuentran a sus familiares perdidos claman justicia en cada oportunidad que les dan sus gastadas fuerzas con la esperanza de ser escuchados y correr con la misma suerte que Marco.