En el PRI de nuestro amado Estado, Tamaulipas, se ha armado un bochinche.
Paso a transcribir la definición que la Real Academia de la Lengua hace de esta excepcional palabra.
Género masculino
*Situación confusa y desordenada, en especial si va acompañada de ruido, voces y alboroto.
“armarse un bochinche”.
*Chisme que cobra mayor proporción y maledicencia a medida que pasa de una persona a otra.
Manlio Fabio Beltrones y/o Rafael González Benavides tienen menuda tarea para controlar las huestes del PRI con este bochinche que se ha armado previo a la nominación de quién será el candidato a la gubernatura por parte de su partido para Tamaulipas.
Pretendiendo ser objetivo e imparcial mencionaré a los precandidatos que suenan, algunos de verdad y otros “de mentiritas”, que incluyen de manera raquítica la tan mencionada y prostituida equidad de género, pero con una evidente ausencia de equidad geográfica.
Iniciaré en estricto orden alfabético por su apellido.
Marco Antonio Bernal García de Matamoros, Enrique Cárdenas Del Avellano nacido en Matamoros y avecindado en Victoria, Alejandro Etienne Llano de Victoria, Alejandro Guevara Cobos de Mante, Mercedes Del Carmen Guillén Vicente de Tampico, Baltazar Manuel Hinojosa Ochoa de Matamoros y Ramiro Ramos Salinas de Nuevo Laredo.
Reynosa deja hueco en esta ocasión.
Todos ellos han posicionado de forma envidiable a su instituto político a lo largo del Estado. Quien sea el nominado tendrá trabajo avanzado por sus ahora contendientes. Se presume que no habrá rupturas y que los seis que se queden en el camino aceptarán disciplinada y estoicamente su irremediable destino inmediato. Muy probablemente con su respectiva cuota de poder en forma de alcaldía o puestos estratégicos para seguir vigentes en sus respectivas carreras políticas.
A propósito de este momento histórico que estamos viviendo, quiero transcribir al amable lector algunos fragmentos del libro “El Jefe de la Banda” del maestro José Elías Romero Apis que en este momento domina mi existencia y que cada renglón no tiene desperdicio alguno y conforme lo voy leyendo anhelo tener la presencia de quien vaya a ser el candidato para al menos tener la tranquilidad de transmitirle ideas que eventualmente cobren valor sustancial en el desempeño de su posible labor como gobernador.
El libro menciona lo siguiente:
“En materia de estilos, no existe un manual único. Cada quien escribe el suyo propio…se espera del gobernante ideal que no se enoje, que reflexione antes de actuar, tener buenos operadores, no permitir que la política contamine su vida personal, no permitir que su vida personal contamine la política, actuar a tiempo”.
“Cada estilo no es bueno o malo en sí mismo sino en función de las circunstancias en las que se aplica. Muchas veces escuché decir a mi padre que, en política, no hay hombres buenos ni malos. Que, tan sólo, los hay equipados o desprovistos”.
“Cada aptitud, virtud, mérito o valor, tienen su muy particular forma de ser aplicados y aprovechados. Porque en la política todos pueden servir, aunque no estoy diciendo que todos sirvan”.
“En política todos necesitamos de todos. Es donde el gran ideólogo transgeneracional puede servir tanto como el modesto operador seccional de barrio popular. Este genera votos y aquel genera ideas. El buen operador nos hace ganar el futuro y el buen ideólogo nos hace ganar el destino”.
“Esta es la verdadera ecuación de los estilos de política y de gobierno. Cada uno en su momento, cada uno en su lugar y cada uno en su propósito”.
Hasta ahí la cita.
Nos queda tener la esperanza de que en la boleta por parte del PRI estará la mejor persona, con el estilo óptimo para el momento que estamos viviendo en Tamaulipas, aquel que será incluyente y que sabrá escuchar no sólo a su grupo político sino a toda la sociedad en su conjunto. Que se preocupe más por gobernar bien que por agradar a la mayoría. Que sepa que muchos tamaulipecos que podemos viajar a otros Estados de la República, constatamos con esos viajes el atraso en que se encuentra nuestro amado Estado, y que ese detalle lo estimule a no ser más de lo mismo, y que se piense más en las próximas generaciones que en las próximas elecciones.
El tiempo hablará.
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