En México cambiamos de opinión y convicciones como cambiamos de calzones.
¿Se acuerdan hace unas semanas cuando decían que íbamos a salir de esta pandemia como una mejor sociedad, más compasiva y solidaria?
Claro, eso era porque estaba de moda invitar a quedarnos en casa.
Compartíamos recomendaciones de cómo sobrellevar el encierro; los retos y felices rutinas de baile inundaron las redes sociales.
Es más, hasta salieron bonitos marcos para nuestras fotos de perfil en redes sociales alusivos al tema… bastante ridis, por cierto.
De hecho mi hija de 12 años todavía no puede perdonar que los adultos les hayamos robado el Tik Tok a los adolescentes… pero esa es otra historia.
Sin embargo pasaron las semanas y como todas las modas, el “Quédate en Casa” aburrió, quedó en el olvido; ahí fue cuando regresamos a ser los mismos mexicanos de siempre.
De pronto Susana Distancia dejó de ser un personaje simpático y se unió a las filas de botargas olvidadas como el Gordito del “ciérrale”, Pique, la mascota del Mundial y muchos otros.
Alegando que tenían que salir a trabajar, cuando en realidad nomás andaban comiendo moscas, la gente regresó a las calles y lo que es peor… ignorando las medidas de seguridad.
Durante semanas se quejaban que no tenían dinero para pagar los recibos del agua y la luz, pero no que salieran un negocio vendiendo cerveza a 800 pesos el 24 porque ahí sí sobraban los recursos.
El resultado fue el esperado: se empezaron a disparar el número de contagios y muertos a nivel nacional.
De la noche a la mañana, la estrategia de las autoridades sanitarias para impedir que el número de casos creciera tan rápido que saturara los hospitales comenzó a irse al carajo.
¿Por que sí recuerdan que esa era la estrategia, verdad? Nadie dijo que el “Quédate en Casa” era para que nadie se enfermara… pensar eso es de locos, una tarea imposible.
El problema es que tanto en este tema, como todo lo demás, la gente solo escucha lo que quiere. Prefiere creerle a publicaciones en Facebook y cadenitas de WhatsApp que verificar las fuentes pues, hacerlo, da mucha flojera.
Hoy que el payaso terminó el acondicionamiento físico y ha empezado a cargar con todos nosotros, la guerra de acusaciones ha invadido las “benditas redes sociales”, que dejaron de ser ese bello prado adornado con arco iris donde todos juntos bailábamos de la mano celebrando nuestra unidad.
Como ya nos aburrió estar encerrados, regresamos a nuestro divertimento favorito: hacerla de jamón.
Porque al final si el Coronavirus arrasa con todos nosotros siempre va a ser culpa del gobierno, del vecino, de los políticos, de los pobres, de los migrantes, de los neoliberales, de los conversadores…
Nunca vamos a asumir nuestra responsabilidad en todo este desastre porque, tristemente, así somos.
diasdecombate@hotmail.com