La gasolina de nuevo a más de 20.50 pesos el litro de magna; el país que arde en batallas por culpa del narcotráfico; secuestro de migrantes en Tamaulipas, y civiles caídos en cada rincón de México. Así llegó Andrés Manuel López Obrador a sus primeros 100 días de gobierno.
Y pese a esos rubros que pudieran impactar en su imagen y en la confianza de los mexicanos a su joven administración, el presidente supera el 8.5 por ciento de aprobación (reitero, ni el Papa en turno), porque ha sido un presidente que rompió esquemas. Y ha dado la cara aunque sea con tropezones.
Un político común y corriente, con 6 puntos de calificación que alcance está más que bien servido, pues en la función pública esa evaluación equivale a un “bien” si se trata de acreditar una materia superando el 70 de puntaje.
Las acciones de AMLO contra la corrupción, el huachicoleo, la austeridad de diputados y senadores, pero sobre todo con su estilo de ser un presidente nada ostentoso, eso ha caído bien a sus gobernados. La otra cara de la moneda del despilfarro y corrupción que imperó con Enrique Peña Neto y sus antecesores.
Si algo preocupa a López Obrador es que la inseguridad y la violencia rampante no ha sido una promesa cumplida. No de terminarla porque tampoco es mago, sino de bajar los índices de los delitos que más preocupan a los mexicanos.
Mientras tanto él sigue con su plan anticorrupción aunque las calificadoras internacionales castiguen sus políticas económicas con fuerte impacto en el aumento a los combustibles, sobre todo, pues el dólar resiste a esa desconfianza.
Apenas van 100 días, el panal todavía no se sacude por completo y la demanda de que caigan cabezas de peces gordos, como el dirigente petrolero Carlos Romero Deschamps, serían como trofeos en una charola de plata para presumir.
Pero López Obrador no quiere repetir lo que hizo Carlos Salinas de Gortari cuando, apenas tomó el poder en 1988, encarceló a “La Quina” y Salvador Barragán Camacho.
No tiene prisa. Y ya superó por mucho la aprobación a su puberto gobierno saliendo y entrando limpio a los pantanos… como el Ave Fénix.