En la decisión de Adrián de la Garza de reelegirse como alcalde de Monterrey por el desgastado PRI, confirmó lo que se dice de él: que no es político, que es policía. Y como policía -porque fue procurador del Estado- demostró que no le tuvo miedo al escrutinio del 1 de julio próximo.
Seguramente la contienda por la alcaldía de Monterrey será una de las más disputadas de los nueve municipios metropolitanos, junto con Juárez y Apodaca. Y por eso mismo Adrián pudo haber elegido otra opción como pasó con Francisco Cienfuegos, edil de Guadalupe, que no se presentará a las urnas.
Pero el policía Adrián mostró el pecho y buscará la reelección. Y de ganar, ¡aguas rumbo a 2021!, pues se inflará como globo aerostático y tendrá muchas fichas para subir a la mesa cuando se acerquen los tiempos.
Si bien los actuales ediles de Monterrey y Guadalupe son del mismo establo, la búsqueda del poder es canija. Y si separa hermanos, con más razón a amigos y socios.
Una probable victoria de Adrián hará que los apostadores volteen a ver a un policía que no hace tanto ruido como otros alcaldes; que hace gobierno y evita los medios; que saca la cabeza cuando es necesario, y que estaría pavimentando su camino para ser candidato a gobernador en 2021.
Si gana Monterrey pondrá fin al embrujo que es sentarse en la alcaldía de la capital de Monterrey, la segunda o tercera ciudad más importante del país; tumba política de sus antecesores: Margarita, Larrazabal, Madero, Canavati, Chema y hasta de Felipe de Jesús Cantú, ahora resucitado por el PAN como su contrincante.
¡Aguas con el policía Adrián!