Reza el dicho que a “río revuelto, ganancia de pescadores”. Durante más de una década los mexicanos nos la pasamos echándole la culpa a los grupos de la delincuencia organizada de todos nuestros males.
Si hay asesinatos, es la delincuencia organizada, si hay robos, es la delincuencia organizada, si hay secuestros, es la delincuencia organizada, si hay extorsión, es la delincuencia organizada, si hay robo de combustibles, es la delincuencia organizada.
Así, de forma genérica atribuimos durante años a una masa informe, sin pies, ni cabeza, sin cara, sin nombre, toda la causa de nuestros males. Las autoridades sembraron ese eco en nuestra mente. Y nosotros les creímos presas del miedo como hemos estado debido a la violencia y a la inseguridad.
Mucho tiempo hemos sido objeto de abuso y siempre bajamos la vista para no ver a nuestro abusador e identificarlo.
Hace años, cuando empezaba a arreciar la violencia en Tamaulipas vino a Ciudad Victoria el periodista Javier Solórzano, y le pregunté que a quién beneficiaba la inseguridad.
¿Cómo que a quién beneficia? Me preguntó a su vez.
Sí le respondí, ¿a quién?
A nadie, me dijo.
El periodista, ex compañero de andanzas de Carmen Aristegui, me dio una respuesta lógica.
Pero no es verdad. Dice el doctor de la UNAM Luis Astorga, experto en temas de seguridad y narcotráfico, que para saber quiénes están detrás de la ola de violencia e inseguridad, sólo se requiere observar a quiénes no ha golpeado ese ambiente.
Aquellos que se han mantenido intocados por la violencia, son los mismos que se han beneficiado de la ilegalidad en que operan los grupos delictivos.
Abordo este punto porque preguntándole a un director antisecuestros sobre los secuestros ocurridos mes a mes en Ciudad Victoria a fines del año pasado, en los que intervenían sus subordinados para negociar la liberación, siempre terminaban pagando las víctimas el rescate.
Y como los afectados y la sociedad estamos tan atemorizados, no preguntamos más, siempre terminamos diciendo: “bueno, lo entregaron vivo, sin dos dedos, pero vivo”. Y hasta ahí la investigación, de los millones ni sus luces.
Eso suena a colusión entre autoridades y delincuentes.
Suena a aprovechar el río revuelto y sacar ganancias millonarias.
Así pasa con el robo de combustibles, escuchamos durante años también, “hay robo de huachicol, se roban la gasolina, compran gasolina robada, venden gasolina robada”.
Ahora que el cierre de ductos está creando desabasto de gasolina, una vez más bajamos la vista para no ver a nuestros verdugos y pedimos que volvamos a la “normalidad”.
Y hasta un juez ya concedió un amparo provisional contra el desabasto de gasolina por las repercusiones que pudiera haber en proveer de insumos de primera necesidad.
Aguanten pide Andrés Manuel y tiene razón, para investigar hay que tomarse un tiempo, porque hay 13 mil ductos en el país, seis son los más críticos, y dos están ubicados en Tamaulipas, el Madero-Cadereyta y Brownsville-Cadereyta, según el portal Animal Político.
Y parece que ya hay hallazgos, se identificaron 15 cuentas bancarias congeladas por Hacienda de personas relacionadas con lavado de dinero de gasolina robada, hay 24 involucrados. La unidad de inteligencia de esa secretaría está investigando a empresarios, un ex diputado local, un ex alcalde, y tres ex funcionarios de Pemex y el dirigente petrolero Carlos Romero Deschamps ya se amparó.
Espero sea el comienzo de la revelación de la lista de responsables de este daño a la nación y a la economía de los mexicanos. A ver cuántos tamaulipecos están entre los primeros 24 huachicoleros que se han aprovechado del río revuelto por la violencia.
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