Cd. de México.-
Todos los años, millones de aves migran entre su zona de cría y la de invernación. Un grupo de aves perdió el rumbo, por lo cual un equipo de especialistas les enseña cómo seguir.
El ibis eremita es un ave del tamaño de una gallina, tiene la cabeza desnuda, la piel de color rojiza y el encanto de un buitre o un pavo. “Tienen un carácter fuerte”, asegura Corinna Esterer, de 30 años.
Desde hace años cría junto con Anna-Gabriela Schmalstieg, de 27 años, pichones de esta especie. Ambas pasan unas doce horas por día con las aves. “Les hablamos, les damos de comer, le damos mucho cariño y siempre vestimos de amarillo”, dice Schmalstieg. El objetivo es que los animales acepten a sus madres adoptivas para que luego en el otoño las sigan a los cuarteles de invierno en la Toscana.
En un avión ultraligero la ingeniera ambiental y la paisajista dirigen a las aves hacia el sur. El ibis eremita, casi en peligro de extinción, perdió la orientación debido a la falta de padres. Ahora, con la ayuda humana vuelven a adquirir sus conocimientos.
Sin embargo, muchas veces el ser humano es el principal enemigo de los pájaros. Según los expertos, por año mueren millones de aves en la región del Mediterráneo debido a la caza ilegal. “Sobre todo los pájaros que migran están expuestas a muchos riesgos”, señala el jefe de la Fundación Euronatur Gabriel Schwaderer.
El equipo de especialistas, que también recibe apoyo financiero de la Unión Europea (UE), ya tuvo sus primeros éxitos. Un cazador en Italia de ibis eremita fue condenado por daños y perjuicios, señala Emanuel Liechtenstein, el jefe del zoológico en Rosegg, en Austria. “Esto es importante porque trasciende a la opinión pública y así el tema sale a la luz”.
Además de la caza ilegal, también los molinos de viento, los edificios con mucho vidrio y los cables eléctricos son trampas mortales para muchas aves como las cigüeñas, golondrinas o el zarapito de pico fino, apunta Schwaderer. “Además muchos pájaros mueren en humedales”.
Por eso es bueno que “Einstein”, “Zoppo”, “Eduardo”, “Aldo” y otros 27 pájaros de la especie tengan unas cuidadoras tan dedicadas. Llaman a las aves por su nombre mientras le dan de comer ratas, ratones, gusanos de la harina y corazones de vacuno.
A veces no es fácil realizar las prácticas con la avioneta. “El ibis eremita vuela a 40 kilómetros por hora lo que dificulta encontrar un avión que se adapte a esta velocidad tan lenta”, apunta el jefe del equipo protector de ibis eremita, Johannes Fritz. “Por delante de los pájaros vuela una especie de paracaídas con motor y esto a menudo es más complicado de lo que pensábamos”, agrega.
“Con viento en contra tenemos problemas”, dice Fritz. Los animales intentan “optimizar” y consumir la menor energía posible y eso complica el vuelo. Puede pasar que las aves queden atrapadas en las tiras del paracaídas e incluso en una hélice. De todas maneras, los instructores están satisfechos con su labor. “Hemos aumentado nuestros distancias diarias a un promedio de 200 kilómetros”, explica Fritz.
Cuando llegan a destino, las aves se acostumbran rápidamente a su nuevo entorno, constatan Esterer y Schmalstieg. Hasta el momento, equiparon a 70 pájaros con una brújula interna que les permite migrar entre los criaderos y los cuarteles de invierno.
Además, el transmisor GPS en las patas y una aplicación permite que se pueda seguir en contacto contacto con las aves y socorrerlas en caso de necesidad. “Si notamos que no se mueven durante días es probable que les haya pasado algo”, sostiene Esterer.