Guanajuato, Gto. / Abril 9.-
Los hermanos Felipe y Alejandro, dos de los migrantes desaparecidos en el estado de Tamaulipas, dejaron su tierra, a sus padres y a sus hijos en busca de un “mejor futuro” en los Estados Unidos.
Dos semanas después de su partida, sus familiares nada saben de ellos.
El 23 de marzo abordaron un autobús hacia la frontera de Tamaulipas con la intención de cruzar a Estados Unidos, como lo habían hecho una vez.
“Aquí está escasísimo el trabajo, la situación crítica y los que trabajamos corremos peligro, por eso se fueron al norte”, explicó su tía Herminia.
Los padres de los jóvenes, gente de campo y que padecen de diabetes, lloran a sus hijos de quienes sólo les han dicho que un “grupo de hombres armados los bajo por la fuerza del autobús en el que viajaban a la altura del municipio de San Fernando y que se los llevaron”.
Herminia comparte el dolor y mezcla sus lágrimas con las de su hermano Ascención, quien desde que se entero del hallazgo de 59 cadáveres en fosas clandestinas en Tamaulipas, “esta desesperado”, relata.
“Imagínese la mamá y el papá… ¿qué quieren que sientan? Si yo que soy su tía estoy desesperada y mi hermano dice que él se va a Tamaulipas, son muchas horas le digo. Déjame ver cómo le hacemos, le comento.
“Mi hermano me dice ¿cómo nos vamos?, si el procurador dice por medio de ellos o si se va a ir uno solo, nomás que nos digan dónde se toma el avión, todos estaríamos cooperando para que se fueran o el papá y el hermano o un tío, a ver quién, pero todos estaríamos dispuestos, lo que queremos es ver si hay posibilidad de que se identifiquen, sí podemos ir pero, cómo llegar, nosotros no sabemos, yo nunca he estado allá”.
—¿Qué piensa hacer?
—Estamos al pendiente de las noticias. Queremos saber si es necesario ir a identificar los cuerpos, pero ¿cómo nos vamos a ir? Ya en el Ministerio Público le sacaron sangre a mi hermano para las pruebas de ADN que mandaron a Tamaulipas.
Felipe y Alejandro son parte de una familia de nueve hermanos, entre ellos cuatro mujeres y tres hombres
Alejandro, con 22 años, está casado y es padre de dos menores, un niño de tres años y una niña de un año. Felipe es soltero “y muy buen hijo”.
“Mis sobrinos se fueron el 23 de marzo en un Ómnibus de México que tomaron en Celaya y dicen que llegaron a Tamaulipas, que allá los bajaron y pasaron de un camión a otro, no sé qué pasaría, el chiste es que se desaparecieron y ya no volvieron”.
—¿A ustedes quién les dijo esto? ¿Tienen familia allá?
—Está en la demanda, dijeron que iban a ver al chofer para saber qué pasó y según él, llegaron a su destino y de ahí agarraron otro camión, yo no sé a qué fue lo que pasó, lo que sí, es que no hay razón de ellos.
¿Piensa que están muertos?
—Ojalá y que no fuera realidad, qué más diéramos, pero por todos los comentarios de la televisión nos hacen pensar que eso es. Cuando vimos las noticias dijimos hummm, no, y por todas las señalas que dan y las noticias que dan, sí, porque si estuvieran vivos ya hubiera una noticia o señales.
Felipe y Alejandro son dos de las 21 personas originarias del estado de Guanajuato que viajaban en autobuses secuestrados en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas.
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