Cd. de México.-
Voluntarios y autoridades de la Cruz Roja Mexicana adelantaron este sábado el festejo por el Día Internacional del Socorrista, que se celebra el 24 de junio, y resaltaron que la capacitación es fundamental para esta labor.
Aunque se trate de una actividad altruista, para ser socorrista de la Cruz Roja no basta la buena voluntad, se necesita capacitación, expuso el presidente nacional de Cruz Roja Mexicana, Fernando Suinaga Cárdenas, entrevistado en la sede de la institución en Polanco.
Explicó que los cursos de primeros auxilios son insuficientes para ser paramédico, pues en la Cruz Roja un paramédico de nivel básico cursa una capacitación que dura un año, y también hay nivel medio y avanzado, estos últimos viajan en las ambulancias de terapia intensiva y tienen conocimientos para entubar a un paciente, entre otros.
Los que se busca es que todos los paramédicos de la Cruz Roja lleguen a ser avanzados, además que con el Plan Estratégico 2016-2020 de la institución se enfatiza también en conocimientos sobre prevención y resiliencia.
La Cruz Roja Mexicana cuenta con más de 43 mil voluntarios, 13 mil 213 técnicos en urgencias médicas y 475 especialistas en intervención en caso de desastres.
A su vez el paramédico Manuel Rosas García –uno de los 30 socorristas galardonados este día por su trayectoria- consideró que para esta labor, además de la capacitación, se debe tener carácter, “se dice que no sabes si sirves para esto hasta que sales a tu primer caso de verdad”
“En la calle me he topado con gente que me dice que estuvo en la Cruz Roja, y cuando les pregunto por qué se salieron me dicen que la verdad en el primer accidente que vieron les temblaron las piernas, se marearon o simplemente sintieron muy feo”, comentó.
Rosas García tiene 34 años de colaborar en la institución y 26 siendo paramédico, entró adolescente en las llamadas actividades juveniles y posteriormente se hizo paramédico. A los 16 años de edad participó en las labores de rescate y logística por el terremoto de 1985.
Actualmente tiene 48 años de edad y su último curso lo tomó hace 15 días; aseguró que la “adrenalina de subirse a una ambulancia y recorrer la ciudad” fue lo que primeramente lo motivó a entrar, también el ambiente de las actividades juveniles pero se dio cuenta que tenía vocación.
Su primer caso como paramédico fue atender a varias personas quemadas, y consideró que esa es una de las peores desgracias que uno puede sufrir y ver, aunque uno de los casos que recuerda con mayor satisfacción fue rescatar a un recién nacido de un incendio.
Fue hace 25 o 24 años en el Centro, recordó, el bebé estaba abandonado en un basurero al que alguien le prendió fuego, “porque la gente a veces llega a esos extremos”, pero afortunadamente sigue vivo.