México D.F. / Agosto 23.-
En el estadio que se supone sería el bunker de la selección colombiana, Edson Rivera, surgido de las fuerzas básicas del Atlas, hizo tres goles, lo que lo convirtió en el máximo anotador de México en el Mundial Sub-20… y amo y señor del Campín.
Antes de su regreso a México miró a la portería norte, donde hizo sus tres goles en el Mundial, los que lo colocan como el amo y señor del Campín.
“Sí, antes de que comenzara el partido me asomé al campo y pensé eso, que ya había hecho gol aquí y que podría repetirlo… se dio”.
El segundo que anotó contra Francia se pareció mucho al primero que le clavó a Colombia, de cabeza. “Fue casi igualito, le gané la posición a los defensas con todos los movimientos ensayados, me quedé solo en el área y conecté, qué bueno que entró, ese gol nos calmó mucho”, recuerda.
Rivera fue el cambio de lujo de Juan Carlos Chávez durante el torneo. Cuando entró, sobre todo en el juego de cuartos ante los anfitriones, le dio otra dinámica a la ofensiva y sus goles un plus a su actuación.
¿Qué habría pasado si Edson hubiera tenido más minutos de juego?
El delantero sonríe tímidamente, levanta los hombros y contesta: “Es algo que nunca vamos a averiguar. Mira, me tocó jugar lo que me tocó jugar, y le agradezco a los ‘profes’ las oportunidades que me dieron, creo que las aproveché de la mejor manera”.
Al final de cuentas, se sube al carro del triunfo global: “México ganó un histórico tercer lugar en el Mundial, el segundo más importante de la FIFA. Ahora hay que ver hacia adelante. Mis goles sirvieron para que un equipo saliera adelante, nadie gana solo”.
Ahora que reporte con el Atlas deberá de poner pies en la tierra y ver qué sucede con su futuro profesional. “No sé que vaya pasar. Tengo que regresar a arreglar mi situación”.
La realidad es que en el club rojinegro no lo tomaban en cuenta, ni siquiera tenía mucha actividad en la categoría Sub-20. Y es que pareciera que por ser seleccionado, ni su compañero César Ibáñez, ni él, eran del agrado de los que manejaban el club.
“Es verdad, no juego mucho en mi club. Ojalá que ahora sí me tomen más en cuenta, lo que quiero es jugar y mostrarme, creo que tenemos lo necesario para aportar al club, aunque sé que hay mucho por aprender”.
– ¿Habría algo personal?
“No lo creo, pero sí tengo muchas dudas sobre la situación que se presenta. Ojalá que haya posibilidad de hablar y ver hacia adelante. Quiero jugar futbol y Atlas es al club que pertenezco” —remata, seguro de convencer, ahora sí, al club tapatío.
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