Les Anglais, Haití.-
El temible aroma de la muerte se esparce a lo largo de los 80 kilómetros de la costa azul haitiana. De un golpe, el huracán “Matthew” se encargó de convertir a las principales ciudades pesqueras del país en un desierto putrefacto.
Lo que fue una paradisiaca costa con su mar azul claro, ahora supera las imágenes de una zona de guerra. El olor a animales muertos se mezcla con el hedor de los cuerpos que fueron sepultados a 11 días de una tragedia difícil de superar.
Desde Port Salut, el ayuntamiento pesquero de mayor peso en Haití, hasta Tiburón, el panorama es desgarrador. Todas las familias duermen entre escombros. Algunos postes de luz penden de los cables bajo un peligro inminente de colapsar en algunas casas que apenas quedaron de pie.
Cientos de niños, mujeres, ancianos pasan las noches en penumbras sin poder dormir. Las lluvias continúan y en algunas casas sólo improvisan techos de lona que aguantan milagrosamente el pasar de los vientos. Pereciera que el clima se empeña en acabar con lo poco que quedó en la costa azul.
El ciclón arrancó de tajo los cimientos de viviendas, escuelas, iglesias, hoteles y todo edificio de la zona que ahora luce desértica. En este infierno, la gente apenas come y vive. La devastación es incuantificable.
Por la ruta departamental 25, que conecta a todas las comunidades costeras, parece que el huracán arrancó el alma a los pobladores. Atónitos, tratan de levantar sus casas, pero es imposible ante los despojos de la naturaleza.
Ellos se mantienen esperanzados en recibir cualquier tipo de ayuda, pero han pasado 11 días y hasta aquí el abasto es lento.
Jean Pierre, dueño de una Villa en Port Salut —a 180 kilómetros de Puerto Príncipe— narra que de los siete edificios de su complejo, sólo dos quedaron en pie. Mientras él y sus compañeros sacan colchones, mesas, sillas y otros muebles inservibles, una máquina escarbadora retira todo el escombro de lo que otrora era una de las lujosas villas al pie del mar. “Un día nos dijeron que venía el huracán, cerramos la villa y nos fuimos a resguardar a un albergue. Al otro día, todo había desaparecido”, cuenta Jean.
Desaparecen los caminos
Son las 14:30 horas del viernes y la lluvia azota con fuerza las localidades costeras del sur de Haití. El cielo se vuelve negro en esta región que se extiende desde Port Salut hasta Tiburón. La temporada ha sido devastadora para la isla, donde miles de familias sobreviven sin comida y agua.
Al menos tres puentes quedaron inservibles. Los caminos colapsaron y las vías de terracería y pavimento —que comunican a todos los pueblos— desaparecieron totalmente, haciendo que el tránsito sea casi imposible.
A partir de la localidad de Roche Abateau, hacia el sur después de Port Salut, la situación se pone cada vez peor. La gente está incomunicada, ya que el ciclón dejó puentes débiles y algunos quedaron destrozados, como si el concreto estuviera hecho de papel.
El río Grand Passe Port a Piment es de los más feroces en el país caribeño. El puente que comunica con Des Chardonniéres se partió y los camiones con ayuda humanitaria no pueden llegar a las zonas más alejadas donde la población necesita apoyo y el cólera sigue cobrando víctimas.
Aun así los médicos extranjeros hacen lo imposible por llegar a los puntos más necesitados, cruzan el río arriesgando sus vidas, no sólo por el mal clima, sino por todas las enfermedades mortales que se han desatado a raíz de la putrefacción que se vive en la zona.
Aún con la corriente a tope, llegamos a Chardonniéres donde Samaritans Pulse, una organización internacional, instaló un campamento para enfermos de cólera. En esa localidad, cinco personas han muerto a causa de esa enfermedad y otros 20 están en cuarentena. “En el mundo entero no hay peor cosa que aquí, ahora”, dice Jean Noel Moise, luego de pasar la corriente del río en una camioneta que casi es arrastrada hacia el mar.
Al seguir por el camino de arena casi topando al mar, la vía desaparece justo al llegar a Les Anglais. La corriente del río hace imposible avanzar más al sur de Haití donde —según la población y las autoridades— están el mayor número de muertos por cólera y víctimas del huracán “Matthew”.
Los pobladores de esas comunidades de Dalmate y Tiburón siguen muriendo por la falta de agua potable y alimentos. Son los abandonados en esta costa que transpira un olor a muerte.
Incluso, les autoridades desconocen cuántos muertos hay en esa zona, no han podido llegar ya que la única forma de hacerlo es vía aérea.
Son las 18:00 horas y las aves de rapiña no descansan, merodean en el horizonte en busca de comida. Ni las aves se han salvado de esta catástrofe, mucho menos los animales de casa que yacen hinchados entre las calles, las casas y los niños.
Buscan camino a la recuperación
546 muertos reportan las autoridades haitianas a causa del huracán “Matthew”; la ONU alertó de un rebrote del cólera. Un balance provisional indica que hay 128 desaparecidos y 175 mil desplazados.
20 de noviembre es la fecha en la que el Consejo Electoral Provisional (CEP) de Haití realizará las elecciones generales, tras aplazar las del 9 de octubre pasado por el meteoro.
100 mil dólares anunció el papa Francisco que va a donar para ayudar a los afectados en Haití en la actual fase de emergencia.
Arriba segundo avión con ayuda de España a Haití. La aeronave, compartida con el Programa Mundial de Alimentos (PMA), trasladó 13 toneladas de equipos de depuración de agua. El miércoles arribó a Puerto Príncipe otra nave con medicamentos y kits higiénicos, entre otras cosas.