Berlín, Alemania.-
Alemania permanece atenta a los cambios políticos en Turquía, y hay consenso en que el presidente Recep Tayyip Erdogan conduce a su país hacia un presidencialismo autoritario, lo que pone en riesgo los acuerdos sobre política de refugiados.
El nuevo primer ministro designado turco, Binali Yildirim, declaró este martes en Ankara, al presentar a su gabinete, que pondrá en marcha cuanto antes el proyecto de convertir a Turquía en un Estado presidencial y dejó en claro su apoyo irrestricto a Erdogan.
En sus primeras declaraciones se dirigió a Erdogan, a quien garantizó que “tu camino es nuestro camino, tu misión nuestra misión, tu amor nuestro amor. Así fue en el pasado, así es hoy y así permanecerá en el futuro”.
Erdogan pretende instaurar una república presidencialista en Turquía, lo que le daría mayores poderes, un tema que cobra actualidad ante el debate a las enmiendas constitucionales y las elecciones parlamentarias, que se realizarán el próximo 7 de junio.
Esta iniciativa es apoyada a nivel nacional por el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo, y criticada por la oposición que considera que solo son “ambiciones autoritarias” del mandatario.
Mientras que en el exterior, en especial en Alemania, se observa que con los cambios políticos en Turquía está en riesgo el acuerdo con este país sobre política de refugiados.
Yildirim rechazó las críticas de que Erdogan se mezcla en los asuntos que solo son competencia del gobierno.
El anterior primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, renunció al cargo el pasado 22 de mayo, luego que se le reprochó no haber impulsado en forma más comprometida y decidida la creación de un Estado presidencialista.
Erdogan encabezará en sus oficinas de Ankara la primer reunión del gabinete mañana miércoles. Hasta el momento, al mandatario le faltaban votos para sumar los dos tercios en el parlamento para hacer cambios en el país y convertirlo en un sistema presidencial.
Esa aritmética va a cambiar ahora, después de que Erdogan logró que se retirara la inmunidad a muchos legisladores, en especial kurdos.
En este mes, el parlamento turco fue escenario de dos confrontaciones a golpes entre los legisladores, que están divididos entre los que estaban en favor de la iniciativa y los que estaban en contra.
El ambiente político en Turquía enrarece aún más la atmósfera que hay entre este país y la Unión Europea (UE).
Turquía busca desde hace décadas el ingreso a la UE como país miembro de derecho pleno, pero con la propuesta de reformas que tiene como base los planes de Erdogan, se distancian cada vez más, situación que al mandatario turco no parece importarle ahora mucho.
La actual situación en Turquía resulta preocupante para Alemania y para la Comunidad Europea, porque fue la canciller federal alemana Angela Merkel quien impulsó el acuerdo entre la UE y Turquía para frenar la ola masiva de refugiados y migrantes de la pobreza que desde 2015 llegan a Europa.
El amortiguador de las llegadas y la válvula de paso de los inmigrantes a la UE es Turquía, país en donde hay alrededor de dos millones de refugiados en campamentos. Ahora hay nerviosismo porque hay incertidumbre en cuanto a la forma en que puede reaccionar Erdogan.
Si Turquía desconoce el pacto firmado el 18 de marzo pasado en Bruselas y cientos de miles de refugiados se lanzan hacia la UE, se desencadenaría una crisis de dimensiones imprevisibles.
El acuerdo fue firmado por el entonces primer ministro turco Ahmet Davutoglu en marzo pasado, por lo que se considera ahora que podría desplomarse.
Merkel declaró este lunes en Estambul, después de reunirse con el presidente Erdogan, que tenía “la impresión” de que el pacto sobre los refugiados era “de interés” para ambas partes.
El acento está colocado en la palabra “impresión” porque excluye certidumbre. No se sabe cómo va a actuar Erdogan en cuanto al tema de los refugiados, porque él no fue el firmante del acuerdo de Bruselas.
Erdogan es ahora alguien fuera de control y ni en Berlín ni en Bruselas se sueña que vaya a convertir a Turquía en una democracia presidencialista.