México, D.F. / Abril 5.-
La peste no se llamaba Yosgart. Cruz Azul es caricaturesco, un manchón sobre el campo que se diluye sin actitud, al menos eso dijo su vicepresidente Víctor Garcés, “un equipo que no tiene nada que ver con el que llegó a la final del torneo pasado”, vaya que si no. Ayer no pudo ni con su cliente. Pumas le venció 3-2, se sacudió una hegemonía de seis duelos sin ganar a los cementeros y de paso los hundió en el sótano del grupo dos, o como diría Galindo, los dejó “con poquitas posibilidades de calificar”.
La racha da escalofríos. Seis semanas sin ganar, cinco juegos sin vencer en el Azul y el hoyo no enseña el fondo.
Enfrente se podría decir lo mismo en sentido inversamente proporcional, y es que Pumas tiene lo suyo: cinco duelos sin conocer la derrota, con cuatro triunfos y un empate, por eso es indiscutible líder del llamado sector de la muerte.
Aún así Cruz Azul roba atención. El doble finalista del Clausura y Apertura 2008 se arrastra irreconocible.
Galindo no se cansa de aplaudir el entusiasmo, las ganas. De quedarse con la reacción brava cuando la causa estaba perdida. Demasiadas circunstancias insulsas que a la hora de tomar la calculadora no ayudan.
Por eso el presidente Guillermo Álvarez parece estar con el hígado a punto de reventar, ¿por eso no habrá ido a ver el ridículo cementero en Toluca? ¿por eso ayer salió a toda prisa del Azul, como antes lo hicieron los aficionados 15 minutos del final?
Es lo único que provocan los azules en la tribuna. Porque de qué sirve encontrarse con un tanto que aventaje si en la celebración prácticamente les empatan.
Ayer Cruz Azul había sido menos que Pumas. Los felinos dominaban: velocidad, dinámica y ofensiva. No un vendaval, pero con suficiente fuerza para poner en jaque a una zaga celeste de pena.
Aún así Torrado encontró un balón fuera del área y lo metió al ángulo. Un campanazo. El revulsivo que los de Galindo necesitaban. No, nada. En la tribuna aún se gritaba, cuando Alfonso Blanco falló y Pumas empató. Un cubetazo que acabó con la endeble mentalidad cementera. Cuatro minutos después Beltrán y Domínguez exhibieron, como cada semana de Liga, su lentitud, desubicación y mal momento. La velocidad puma culminó con un disparo certero de Martín Bravo. Voltereta y fiesta felina.
El segundo tiempo no cambió. Pumas a base de velocidad dejo claras las penas celestes. Demasiado fácil para los del Pedregal: centro de Toledo, remate de Ismael Íñiguez, ante, ante, ante nadie.
Del otro lado Sergio Bernal se encargó de mantener a raya a Villaluz, a Zeballos, a Beltrán, atajadas abajo, al poste, en mano a mano, vaya, ¡que alguien le avise a Aguirre que alguien podría hacer lo que no pueden Ochoa y Oswaldo.
Sólo un último remate de Lugo dio para el 3-2 que no sirvió de nada, el desquite se había consumado y Cruz Azul, igual que contra América, ante Toluca o ahora Pumas, fue vapuleado.
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