México, D.F. / Feb. 26.-
No importa lo que se haya visto ante Manny Pacquiao. Óscar de la Hoya sigue teniendo pegada.
Sus peleas, sin embargo, ya no son a 12 rounds y con los guantes, son vestido de gala. Su misión: noquear a la caspa.
Sin embargo, el seis veces campeón aún tiene la inquietud de un último combate.
Aunque esto no parezca buena idea.
“Ahorita que me subí al ring me dolió un poco la espalda”, comentó De la Hoya al trepar a la escenografía montada para la presentación de un producto para el aseo personal del cual es la imagen. Pero en tono un poco más serio, dio a conocer sus planes: “Después de la paliza que me dieron, no hay por qué negarlo, estoy un poco confundido”, expuso el peleador de origen mexicano. “Yo respeto este deporte y divorciarse (del boxeo) es muy difícil”.
Y un genio de la mercadotecnia como él, no se perdona que la última imagen de su carrera sea la de un De la Hoya vapuleado y sentado en su esquina sin poderle ofrecer más combate.
“No quiero dejar el deporte con un fracaso”, señaló. “Pero si vuelvo quiero asegurarme de que puedo salir airoso, de lo contrario, prefiero no volver”.
De alejarse completamente del boxeo competitivo, el californiano bien pudiera concentrarse al 100% en su segunda profesión, la de promotor. Y en ese aspecto, De la Hoya sigue rompiendo barreras. Asombrado por la trayectoria que llevan hasta el momento Julio César y Omar Chávez, hijos del gran campeón mexicano, y tras las acusaciones del César del Boxeo hacia el promotor de sus vástagos, Fernando Beltrán, De la Hoya les abrió las puertas de su empresa.
“Los hijos de Chávez tienen promotor, pero obviamente a mí me encantaría”, señaló el presidente de Golden Boy Promotions. “¿Quién no quisiera promover la sangre de Chávez?, pero hasta el momento los están llevando muy bien, con éxito”.
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