México, D.F. / Marzo 23.-
Lo prometido se multiplicó. Cual auténtico búnker, el Coloso de Santa Úrsula registró un operativo que no sólo abarcó las inmediaciones del inmueble, sino también el transporte público, incluidas las líneas 2 y 3 del metro.
Así, cuantos jóvenes con prendas amarillas y auriazules intentaron subir a las distintas estaciones, no les fue permitido. La única forma de trasladarse al Estadio Azteca era agrupándose con las porras correspondientes para abordar autobuses, custodiados por grupos de granaderos.
La excepción se dio en el caso de las familias, pues la compañía de señoras y niños hacía que los uniformados autorizaran el transporte público, aún con prendas de América y Pumas. Por eso, muchos jóvenes optaron por emplear suéteres, con el propósito de ocultar el uniforme del club amado.
En los alrededores de Santa Úrsula, por el lado de Tlalpan, un fuerte contingente de seguridad escoltó a las porras del América hasta su arribo final y cuando algún despistado ingresó a la explanada con ropa universitaria, los granaderos lograron aislarlo para ponerlo a salvo de los “rivales”.
Lo mismo ocurrió en el área de ingreso de las porras auriazules. En la avenida del Imán, la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal dispuso de patrullas, motopatrullas, policía de a pie y hasta de un helicóptero, con el propósito de evitar desmanes de los jóvenes, quienes desde el estadio Olímpico Universitario se trasladaron al Coloso de Santa Úrsula.
La salida resultó minuciosa: se desplegó primero a la multitudinaria porra felina, que rebasó las 25 mil gargantas, mientras que los minúsculos grupos porriles del América fueron contenidos a lo largo de una hora para evitar incidentes mayores.
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