Creo que esta elección en Estados Unidos, como algunas otras recientes como en Colombia con los acuerdos de paz y el Brexit en Gran Bretaña donde se dieron resultados extraños, fue producto del excesivo y nocivo uso de las redes sociales y los aparatos móviles y sus sistemas modernos de mensajería.
Los votantes están expuestos a un sin número de erráticos y estúpidos debates y cantidad de estiércol que navega al por mayor en las tuberías de estos nuevos y modernos modelos de comunicación abiertos.
Como gigantescas cantinas donde cualquier idiota puede ponerse a discutir con cualquier personaje intelectual altamente calificado para opinar de temas específicos. Esto es el resultado de estrategias abominables donde no ganan los mejores sino los más atrevidos fanfarrones, quienes logran confundir y hacerse de adeptos a cualquier precio sin importar quién sea ni qué antecedentes tenga o halla cometiendo cualquier tipo de felonías. Eso ya no importa cuando lo que se quiere es sacarse la daga.
El modelo es capaz de crear ambientes de linchamiento, hartazgo y calentar a la población al punto de la no reflexión de las decisiones. Eso ya no es práctico, no se usa, es viejo y se van por la ruta de el sentimiento, de la emoción, de el coraje, de la frustración y del miedo.
Atrás están quedando las opiniones de los estudiosos, los analistas, los periodistas serios, y los líderes de opinión que se prepararon y que han dedicado una vida a la especialización.
Esta es una ruta nueva, moderna, que no respeta grados nombres ni apellidos doctorados maestrías. No, lo de ahora es la jungla cibernética donde el más rudo y violento traga más pinole y parece que es una regresión a la ley de la selva, en una versión nueva corregida y aumentada.
Muy atrás quedaron los periódicos, revistas, radiodifusoras y la televisión que eran faros de luz de caminos obscuros para dar dirección en el mundo, y obvio me refiero a los serios porque en este clan también se llenó de pillos charlatanes y pendejos.
Ya veremos qué tan caro saldrá pagar el boleto de entrada a este nuevo circo de locos en el que parece haberse convertido al mundo, en un gigantesco y grotesco manicomio.