¿Cuando el vandalismo dañó al Palacio de Gobierno de Nuevo León hubo alguien que levantara la voz y protegiera a posibles menores de edad captados en fotos o videos in fraganti? Respuesta: nadie.
Todos los medios difundimos con total libertad. Nos dimos vuelo sin reparo, y hasta permitimos calificativos en todas las redes sociales de que los pandilleros eran “lacras y escoria de la sociedad”; nadie como periodistas nos dimos a la tarea de confirmar si tenían más o menos 18 años de edad.
Es un tema polémico y también mediático difundir imágenes de dolor como bien dicen algunos contactos de WhatsApp, en relación a los hechos sangrientos registrados este miércoles 18 de enero en un colegio privado de Monterrey donde un estudiante disparó contra su maestra y compañeros de tercero de secundaria.
Como tan condenable es quien sacó el video de las cámaras o medios que no editaron las fotos o el video y fueron morbosos y explícitos. Y es también un asunto de doble moral, porque sí andamos viendo y buscando el ataque terrorista en Tombuctú, aunque sea el menor que se inmoló. En fin.
El periodista regiomontano Joel Muñoz escribió una reflexión que quise compartir: somos una sociedad con una añeja tradición de doble moral, frivolidad e hipocresía. Hoy nos rasgamos las vestiduras por la difusión de las evidencias de la tragedia en el colegio.
Y mentimos al decir que las imágenes nos ofenden porque acentúan el dolor de las familias involucradas. No es cierto. Nos calan porque nos exhiben como lo que somos: una sociedad en decadencia.
Sigamos de frívolos e hipócritas. Nos vemos cool en Facebook.
Cierto Joel, porque esta vez se cuestiona a los medios y a quienes compartimos, quizá por error, fotos y videos dentro del salón de clases, pero dentro del carro y sin testigos, menos de la novia o de la esposa, nos deleitamos viendo producciones con sexo explícito.
Y quién antes de verlo y echarse un taco de ojo se pregunta: ¿serán menores de edad?
Como cada vez que pasa algo de esta o menor magnitud, no debe quedar en letra muerta la demanda que se lee y escucha: “Ahora sí hay que legislar”.
Eso sí, a los políticos no los toquen ni con una hoja de un código penal. Bueno, hay que admitir, ya hay varios ex gobernadores que están en la cárcel. Por algo se empieza, hay que confiar en la ley.