Estar o no a favor de que se legalicen las drogas en México o en su caso apoyar o rechazar los matrimonios del mismo sexo o la adopción de menores de edad por matrimonios del mismo sexo, el fondo no son los temas, es la falta de debate que existe.
Sin lugar a dudas, los tiempos que estamos viviendo son inéditos, por su parte, los tamaulipecos, resintiendo todavía el asesinato del gobernador virtual del Estado Rodolfo Torre Cantú; el desbordamiento del río Bravo a consecuencia del huracán “Alex”.
Definitivamente han sido muchos temas y de gran trascendencia en el último par de meses y esto sin tomar en cuenta los problemas graves del país, seguridad, economía, etcétera, que a la luz de estos últimos acontecimientos, pareciera ser que se han minimizado, más no solucionado, pero publicitariamente sí opacados.
No se trata si estás a favor de tal o cual postura, o si con tus propuestas seas un hombre o mujer muy innovador o moderno, el objetivo es muy claro debatir los temas, que desafortunadamente ya se aprobaron y digo desafortunado no por el veredicto, sino porque estos no fueron puestos debidamente a debate y presentados a la sociedad.
Insistiendo que la postura no es, en el caso de la adopción de menores por personas del mismo sexo, refutar o aprobar el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ese no es tema toral, es la falta de debate a proyectos de gran importancia para el país.
Si bien es cierto, en los últimos años los mexicanos nos hemos quitado algunos tabúes, no menos cierto es que estamos en un proceso de aprender a subir al ring de las reflexiones los temas centrales.
Hace apenas 16 años que se llevó a cabo el primer debate presidencial en nuestro país y de este le siguieron los correspondientes en los cambios sexenales; hemos pasado o han querido que así suceda, de un país conservador a otro vanguardista.
Esto no es así, debemos aprender a defender nuestras posturas, es responsabilidad de todos criticar, para que de esta crítica salga la mejor de las propuestas.
Debatir la legalización de las drogas, es entrar al fondo del asunto, es visualizar la magnitud del problema, es reconocer expresamente que la batalla a la delincuencia se ha perdido; es aceptar que no se le ha invertido en educación y que el problema de salud cada día es mayor que el número de oportunidades educativas.
Si pretendemos o así quieren que aparentemos ser un país moderno o innovador, hay que dar el primer paso, y este no es aprobando o rechazando temas de tajo, es implementar la cultura del debate; desde todos sus ángulos, creo que es el camino o el procedimiento a seguir para los grandes temas de México.
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