México demostró en la época muralista ser una de las dos grandes escuelas de la pintura, aparte de París. En tercer lugar se situaban las academias de Nueva York que nacieron gracias a la influencia de los artistas mexicanos. Un ejemplo de ello fue el artista Jackson Pulloc, quien fue alumno de David Alfaro Siqueiros.
Durante la época muralista se trabajó de manera ardua y continua, igual que lo hace un obrero, inclusive con mayor número de horas de trabajo; después de todo se defendía a esta clase mediante las pinceladas de los artistas.
El Doctor Atl fue quien inició todo éste acontecimiento histórico que llamamos muralismo. Su nombre real era Gerardo Murillo, un escritor, geólogo, filósofo, pintor y también maestro de la escuela de artes plásticas de San Carlos donde tuvo alumnos destacados.
El Doctor Atl fue llamado así por su grado de estudios alcanzado en filosofía. Estudió arte en Europa y de esa forma conoció de cerca los murales del Renacimiento y, al regresar a México, con el pretexto de la Revolución Mexicana inició el movimiento muralista.
Antes de eso el arte en México era flojo y pocos eran los artistas de los que se podía estar orgulloso, pero a partir del primer mural que se elaboró por Diego Rivera se logró captar la atención del mundo por medio de la técnica que le costó 15 años en Europa, pero que a la vez resaltó su estilo mexicano y nacional.
La opinión de José Clemente Orozco es muy valiosa, pues fue quien vivió auténticamente todas las etapas sociales que transcurrieron en el país, pues nunca salió de México.
Respecto al muralismo dijo que dio un nuevo aire a la vida artística en México, rompiendo con la rutina y ayudó a ver los problemas sociales desde otro punto de vista.
Aunque parece que Siqueiros como Orozco tienen sentimientos encontrados respecto al movimiento en donde fueron protagonistas, llegando incluso al arrepentimiento.
Por su parte Orozco aseveró que el muralismo fue más destructivo que constructivo. Le pareció rígido, con fines absurdos; además criticó fuertemente que se creara el nacionalismo a partir de objetos como el petate, el molcajete, rebozos, huaraches y que fuera “un negocito político-académico-turístico, o el arte al servicio de los obreros o de la lucha de conflictos sociales”.
Fue un movimiento utópico y se quedó en el camino para lograr ser revolucionario, pero a pesar de ello se pueden sacar lecciones útiles, manifestó David Alfaro Siqueiros.
Desde adentro quienes estuvieron es esa etapa que marcó la plástica en México, como en el mundo no les pareció un acontecimiento del todo agradable, ya que se adentraron en él de manera introspectiva, lo cual los llevó a una crítica severa hacia su propio trabajo.
Sin embargo, en la historia de la cultura, la plástica, de la humanidad y la creatividad, sus trazos perdurarán para la posteridad y hasta hoy ayudan a que las personas que se interesan en esta etapa de la historia puedan juzgar por sí mismas los aspectos que les convengan, como por ejemplo para la investigación o el análisis.