Nunca ha sido fanático o seguidor de las llamadas “teorías de la conspiración”; de hecho me caen bastante gordas.
La verdad no las sigo porque bastan dos dedos de inteligencia para darnos cuenta que este tipo de creencias rompen con toda lógica y no tienen ni pizca de fundamentos, una vez que las analizas bien.
Simplemente no puedo creer que Enrique Peña Nieto, su gabinete, Televisa y el resto de los poderes fácticos sean -al mismo tiempo-, una partida de ineptos como los genios malévolos más grandes de la historia.
No me compro esa historia de que este grupo que nos ha dado monumentales gazapos que perduran en los registros del humor involuntario nacional, sean los mismos que tienen un enorme plan encaminado a torcer la opinión de los ciudadanos, manipularlos, distraerlos con futbol, telenovelas y memes.
Si la gente se “gancha” con un América-Chivas o Tigres-Rayados es porque les encanta el balompié, no porque Televisa haya tenido éxito en implementar una política de lavado de cerebro masiva.
Si en las redes la gente está más preocupada por el robo del jersey de Tom Brady que por las decenas de fosas clandestinas que se encontraron en Veracruz, es porque en el fondo somos bien chismosos y nos encantan este tipo de noticias.
Al final, es más divertido simplificar a la millonésima potencia con un meme un tema que está en la agenda nacional que discutirlo, analizarlo, buscar soluciones reales y concretas.
Sin embargo debo de reconocer que tampoco soy ingenuo, que tras poco más de 20 años en este negocio de la comunicación he aprendido que existen temas que los medios “ayudan” a que se posicionen en opinión pública.
Sea por intereses económicos o políticos, muchos periódicos, televisoras y hasta portales web agarran un tema y hacen lo posible por repetirlo una y otra vez hasta que lograr que la mayor cantidad de personas lo consideren en sus conversaciones.
Es más, todos conocen muy bien la herramienta que el Facebook ofrece para, por uno pesos, promocionar una publicación en un determinado sector de la población.
Y antes de que cualquiera quiera alegarme que esto es precisamente el manipuleo de la información, les recuerdo que no somos ovejas, borregos ciegos que vamos a donde nos dicen, tenemos la capacidad y opción de cambiar de canal, no leer una nota, ignorar un portal de internet.
Cuando esto sucede, la estrategia de los medios para “empujar” una nota fracasa, pero “como el show debe de continuar” nadie dice nada y la vida sigue.
Lo anterior viene a colación pues me ha llamado muchísimo la atención la forma en la que se ha difundido la nota de que Daniel Alonso Pérez Rodríguez, un estudiante originario del estado de Hidalgo de apenas 18 años de edad, está nominado para el Premio Nobel de la Paz.
De acuerdo a las múltiples notas que salen como hongos en el busque después de un día lluvioso, este Alumno de la Licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), recibió la nominación por su trabajo de difusión de los derechos humanos.
Estoy seguro que la labor que Pérez Rodríguez realiza es maravillosa, que su esfuerzo por difundir la importancia de las garantías individuales ha generado un cambio en su comunidad… no por nada le dieron el Premio Estatal de la Juventud en el 2014.
Lo que me hace ruido no solo es la forma en la que se ha difundido esta nota, está en los principales portales de México; sino el momento en que se está haciendo.
Hay que decir que aquellos que están dándole vuelo a la nominación de Pérez Rodríguez tienen mucho cuidado en omitir dos pequeños detalles: que este joven es apenas uno de los 318 nominados al Premio Nobel de la Paz (hasta Donald Trump se encuentra en esta lista) y que no es el único mexicano en ser considerado para el galardón.
Seguramente muy pocas personas saben que el otro mexicano nominado a este prestigioso reconocimiento es el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, fundador del albergue “Hermanos en el Camino”, que desde hace años ofrece asistencia humanitaria a migrantes que buscan cruzar la frontera de México con Estados Unidos.
El padre Solalinde ha sido un durísimo crítico del gobierno mexicano por la forma en la que ha decidido ignorar el problema de la migración dentro de nuestras fronteras y cómo ha sido omiso para ofrecerle protección a estas personas de los grupos delincuenciales que los usan para obtener millonarias ganancias.
Mucho antes de que el Comité del Nobel aceptara la nominación de Pérez Rodríguez, ya había anunciado que aceptaba el registro del sacerdote mexicano para considerarlo para el premio.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió con este joven, no hubo notas, reportajes, reseñas y crónicas que lo dieran a conocer en los periódicos, televisoras, portales de internet y redes sociales.
Es como si alguien quisiera que la nota del estudiante “tapara” la nominación del sacerdote incómodo.
Como les dije, me caen gordas las teorías de la conspiración, pero también me queda claro que hay algo muy raro en el tratamiento que tienen estas noticias y eso debería de poner a pensar a más de uno.
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