En este México nuestro la improvisación es el pan de cada día. Sin lineamientos claros para hacer funcionar el sistema que provea de seguridad a la población los ciudadanos observamos cómo desde la administración de Felipe Calderón las fórmulas para alcanzar la paz parecieran cada día más complicadas y difíciles de llevar a la práctica.
Son casi diez años de intentar, y volver a intentar, pacificar el país.
Calderón lo advirtió desde antes de tomar posesión, que habría muchas pérdidas, “inclusive de vidas humanas”, como una lápida que vamos cargando, la profecía se cumplió al pie de la letra.
Inició y terminó su sexenio y seguimos contando muertos y desaparecidos, además de las pérdidas económicas, sociales y emocionales, sin que se vea la salida al entrampamiento en que están las autoridades obligadas a proporcionar seguridad a la población.
En menos de dos semanas los mexicanos hemos tenido dos mensajes a la nación, uno proveniente de Angélica Rivera para hablar de su casa y otro de Enrique Peña Nieto.
Sin papeles, pero con dos telempromters en los cuales leía su mensaje con algunos tropiezos, Peña Nieto, maquillado, fue desgajando los diez puntos importantes de su propuesta para reformar las acciones contra la delincuencia organizada.
Entre lo destacable y que se refiere directamente a cuatro estados del país, entre ellos a Tamaulipas, se contempla la creación de otro modelo policíaco, porque los que han aplicado hasta ahora no han podido erradicar la corrupción y los nexos “con fuerzas oscuras”.
“Esto implicará crear un nuevo modelo policial. Será un cambio cuantitativo y cualitativo. Pasar de más mil 800 policías municipales débiles, que con facilidad pueden ser corrompidas por la delincuencia, a 32 sólidas corporaciones de seguridad estatal, que sean más confiables, más profesionales y más eficaces.
“En este sentido, la iniciativa propone que los primeros cuatro estados en adoptar este modelo sean:
Guerrero, Jalisco, Michoacán y Tamaulipas. Y para asegurar que así sea, la iniciativa prevé sanciones para los Presidentes Municipales que no entreguen el mando policial, así como para los Gobernadores que no lo ejerzan”.
El último párrafo que refiere Peña Nieto me recuerda a las quejas de Calderón en el sentido de que las autoridades constituidas se evadían de su responsabilidad y atribuían a la federación la carga en materia de seguridad.
La reforma a la ley que planea Peña Nieto implica la centralización de las decisiones y lesionar la autonomía que se suponen tienen ahora los estados y municipios.
Los cambios a la ley requerirán el consenso de todos los partidos, habrá que ver cómo se negociará todo de cara a las elecciones federales del 2015.
Peña Nieto dio un paso adelante y admitió, lo que no quería, que ingrese personal de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que ayuden a localizar a los normalistas secuestrados y a investigar los hechos.
Admitió en su discurso que el Estado ha perdido control en regiones del país, eso lo dijo desde el inicio de su mandato y en lugar de avanzar en esta materia, se siguen presentando casos como el de Iguala.
Y pronunció el “Ya basta” que los ciudadanos han gritado desde hace años, el lenguaje que era privativo de la ciudadanía, ahora el gobierno lo hace suyo.
Los diez puntos de Peña Nieto son difíciles de cumplir, llevarán mucho tiempo y tendría que haber cambios muy, muy profundos en las instituciones mexicanas para que ésto sea posible.
Ahora esperemos sentados a ver resultados porque parados nos vamos a cansar.
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