Hacer más y hablar menos, a mí misma me digo siempre esa frase e inmediatamente me viene a la frase de “la práctica hace al maestro”; pero qué hay detrás de estas frases, como cuando he leído libros de superación personal nivel muy básico que hablan de “échale ganas y obtendrás resultados”, a muchos no les gustan esos textos y a mí con los años me llaman más la atención los ejemplos tangibles y lo que comprueba la ciencia.
Lograr los objetivos que nos planteamos se pueden quedar en simples sueños cuando no se llevan a cabo acciones que materialicen esas ideas que revolotean en nuestra cabeza y que creemos que encuentran salida a través de la creatividad, sin embargo, muchas veces se quedan guardadas por no contar con el hábito.
El artista plástico Juan Soriano, explicó que sus amigos le decían que tenían muchas ideas de cuadros para realizar, pero se la pasaban en fiestas y no los llevaban a cabo, en cambio él pintaba en soledad durante largos periodos de tiempo en un espacio pequeño debajo de una escalera y con una luz tenue.
“Me he acostumbrado a pasar muchas horas luchando con un dibujo, una pintura, una escultura”, manifestó Juan Soriano.
Es fácil de explicar: la maestría y la pericia vienen por la práctica, que a su vez llega por el hábito y ¿qué es un hábito?, es una costumbre que se realiza con repetición.
El tema de todo es cómo adquirir un hábito, lo cual es muy fácil también de explicar, ya que sólo te debes preguntar a ti mismo: ¿cuál es tu mayor deseo? y si te contestas honestamente, ahora sólo necesitarás adquirir hábitos que te lleven a una rutina y así por constancia a tu objetivo.
Los hábitos se logran de manera mecánica, al igual que la respiración y tragar; y provienen de una estructura primitiva de nuestra cabeza que también tienen los ratones, por ejemplo, y que nos funciona igual que a ellos, según el libro: El poder de los hábitos, de Charles Duhigg.
La mente no distingue entre hábitos “buenos” o “malos” y surgen sin pedir permiso, además en el libro también menciona que para lograr crear un hábito o para cambiarlo debemos analizar los bucles de hábitos con los que contamos, es decir la señal que nos activa a realizar una rutina, para finalmente lograr una recompensa.
Digamos que el hábito es el cómo para saber llegar a nuestra meta. Nace de un deseo, que es la recompensa. Lo más interesante es saber cuál es la señal que nos activa los mecanismos subconscientes que no es fruto de un pensamiento razonado, sino de un impulso que tal vez ni estamos conscientes de ello.
“No tuve tiempo de ser la musa de nadie… Estaba demasiado ocupada rebelándome contra mi familia y aprendiendo a ser una artista”, Leonora Carrington.
En el ejemplo anterior, primero la artista plástica Leonora Carrigton definió cuál era su deseo: ser una artista, entonces realizaba una rutina que era aprender a pintar o esculpir y la recompensa era lograrlo, para eso tuvo primero que priorizar y dejar a un lado otras actividades como ser musa.
El iniciador del romanticismo francés en el siglo XIX, Víctor Hugo quien en su niñez ya era bueno dibujando, también a su corta edad realiza sus primeras composiciones poéticas y a sus 14 años escribió en su cuaderno: “Seré Chateaubriand o no seré nada”.
Víctor Hugo tenía una señal que era ser un “Chateubriand”, qué significa una persona destacada, lo cual denota que desde muy joven tuvo la visión de hacía donde quería ir, que era su deseo y la señal era ser un “Chateubriand”.
A los 17 años creó una revista literaria siendo casi el único que escribía en la revista y para poder mantener “El conservador literario” utilizó 11 pseudónimos para que no le criticaran sus trabajos de poesía.
“El talento es indispensable para escribir, o para dibujar; pero el talento sin voluntad no es nada”, expresó Víctor Hugo, quien se dedicó a escribir desde muy joven poesías, novelas , obras de teatro y los dibujos con aire gótico que toda su vida lo acompañan.
El artista holandés, Vincent Van Gogh explicó que la perfección en una disciplina ayuda a entender el resto y la comprensión de muchos temas y es posible gracias al perfeccionamiento que se logra con constancia que también necesita perseverancia.
“Dibujar es luchar por atravesar un invisible muro de hierro que parece alzarse entre lo que sientes y lo que eres capaz de hacer”, manifestó Vincent Van Gogh.
Algo muy parecido explica Juan Soriano donde habla de sus señales, que es hacer un cuadro, su rutina y su recompensa que es el de lograr concluir la obra:
“La técnica va naciendo con cada cuadro y no se atesora. No te haces mejor técnico con los años, eso es mentira. Cada cuadro, cada invención, requiere una nueva técnica, lo que sabías no te sirve. Es un acicate muy fuerte”.