Los cambios en el gabinete del presidente, Enrique Peña Nieto, a la mitad de su sexenio no parecen tener en la mira las elecciones presidenciales del 2018 ni reforzar al PRI o a sus posibles candidatos.
Se supone que los cambios deben ser para prepararse para ganar en los próximos comicios y nunca para perder.
Viéndolos así, los cambios parecen ser meros enroques designando a José Antonio Meade como secretario de Desarrollo Social, aunque ahora nadie lo recuerda como Secretario de Relaciones Exteriores.
Aurelio Nuño Mayer, quien se desempeñaba como jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, será el nuevo secretario de Educación Pública, pero ¿le conoce usted algún mérito para ocupar un cargo tan relevante en las políticas públicas?
Claudia Ruiz Massieu pasó de la Secretaría de Turismo a la Secretaría de Relaciones Exteriores, tratando de encontrar alguna explicación, tal vez sea porque hoy tenemos una mayor cantidad de turistas que hace años.
El cambio de Renato Sales, quien deja la coordinación nacional antisecuestro, para ir a la Comisión Nacional de Seguridad, tal vez sea uno de los más coherentes, porque va de un puesto de seguridad a otro de seguridad.
Enrique de la Madrid, quien deja el Banco Nacional de Comercio Exterior para ser el Secretario de Turismo, pasa totalmente como irrelevante.
José Calzada Rovirosa, deja la gubernatura de Querétaro a 32 días de concluir su mandato para hacerse cargo de la Secretaría de Agricultura. Lo único que se me ocurre en quitar a un gobernador para poner a otro.
Rosario Robles, dejó Sedesol, para asumir la Secretaría de Desarrollo Agrario. ¿Qué le ocurrió a esta mujer? Pudo ser un diamante para el PRI si quisieran ganar el Gobierno de la Ciudad de México, pero ¿ahora?
Rafael Pacchiano será el secretario de Medio Ambiente; Francisco Guzmán Ortiz asume desde ahora es el Jefe de la Oficina de la Presidencia, y José Reyes Baeza se desempeñará como nuevo director general del ISSSTE. Cambios que no merecen ningún comentario, aunque esperaría que crezca Francisco Guzmán para mejorar la imagen del Presidente.
En el PRI debería haber preocupación, porque a muchos de esos secretarios les falta militancia y trayectoria como sí la tienen muchos otros que hoy ocupan cargos menores o ni siquiera han sido tomados en cuenta como el propio Manlio Fabio Beltrones, líder nacional del PRI o Cristina Díaz Salazar, dirigente nacional de la CNOP.
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