La semana anterior tuve un esplendente fin de semana. Lo inicié asistiendo en McAllen al festejo prenupcial del hijo de un entrañable amigo ya fallecido de Cd. Victoria, Alejandro Guerrero Flores.
Luego, al día siguiente anduve con mi hijo Rodolfo, con lo que el “domingo” dejó de ser eso, y el lunes mi hija Thelma Alejandra dio a luz a un niño al que ella y su esposo Ricardo impusieron el nombre de Dominic, que espero le dé por jugar beisbol porque sin ser apelativo está que ni pintado para ese deporte.
Como es natural, el verse y sentirse convertido en abuelo anima efusivamente, y no se diga a Thelma la abuela, quien decidió nos quedáramos hasta el miércoles para estar al pendiente de madre e hijo, que aunque ni ella ni yo ni por asomo somos enfermeros, de muy buena gana acepté la decisión.
Nomás que ya no se nos había olvidado que por lo regular los “bebynes” tienen por costumbre vocalizar entre las dos y tres de la mañana, recital que me trajo con el párpado “cáido” el martes, miércoles y jueves, aunque por el júbilo y para el recupere desde el martes ya parecía boxeador festejando campeonato, pues estos días me he estado echando tres que cuatro coronas con dos que tres cuervos.
Y entre la modorra y el gusto fue que me alejé estos días de este medio, pero hoy es viernes y ya ando recuperado y con bríos de irnos mañana sábado a estar de nuevo con Thelma Alejandra y el Dominic, quienes gracias a Dios están muy bien.
El lunes les platico de otras cosas que he visto o me he enterado, y tal vez hoy el INE dé a conocer su fallo con respecto a las elecciones de Coahuila, que si las anula se va a dar el clásico tiro en la pata y después les digo por qué lo creo.
Que tengan buen inicio de fin de semana todos.